¿Cultura ecológica?
Angelino Santana
No hay ente,
gobierno, empresa ni individuo que no hable en algún momento de su vida sobre
la cultura ecológica que debe prevalecer. Más aún, si para el momento se
encuentra un micrófono o una cámara delante de sí…
El hecho es
que tal cultura no existe. El tema ambiental nos parece “aburrido”… y solo lo aplicamos como tarea escolar, discurso del
día del ambiente o cuando la pestilencia de la basura nos asfixia, el químico
derramado nos enferma o el rio que nos daba agua se seca…
No, tal
cultura no existe más que en unos pocos solitarios que ven más allá de sus
narices. La cultura ecológica apenas debe nacer, para luego crecer y madurar
justo cuando estemos al borde del colapso.
Solo así,
viendo el daño, palpable, tangible, peligroso, ineludible.
Y es que ese
es el problema. La contaminación no se ve, al menos no a corta distancia. Es un
enemigo invisible y lo que no se ve no se teme. Ojos que no ven, corazón que no
siente. Hacemos “cultura ecológica” al sembrar un árbol, pero arrojamos basura,
talamos, quemamos y envenenamos el agua. Hacemos a los ojos de la galería
“ecología” más ciertamente no somos lo que pretendemos.
La
prevención… mil veces sugerida, legalizada, promocionada, pero al igual no la
practicamos. ¿La razón? La misma: ¿Prevenir qué? ¿Lo que no vemos? ¿El
futuro?.. No, no estamos educados para eso. Lo nuestro es la inmediatez, el hoy
y para mañana lo único que parece importar es el capital acumulado. Nada que
ver con el entorno, el aire, el agua, la belleza o el amor. Después de todo,
con dinero podremos comprar todo eso… ¿Pero es así? Obviamente no, pero no
importa, eso es el futuro y yo tal vez ya no estaré allí…
Panorama muy
pesimista el planteado sin duda, pero no menos cierto.
¿Quién
podría dar vida a esa criatura no nacida llamada cultura ecologista? Pues el
lápiz. Solo el lápiz, en la mano adecuada, orientada en la dirección correcta,
con los argumentos, creatividad, ingenio y la capacidad de hacer visible lo
invisible. Ese lápiz en las manos del
periodista, del comunicador social, del artista, del creador, del publicista,
creando tragedia ante la muerte de un árbol, demandando ante la contaminación
del agua, desenmascarando al político, al empresario, al individuo que atenta
contra la vida.
Solo ese
dueño del lápiz, transformando la página de sucesos en descripción de muerte,
pero no la del humano contra humano, del humano contra la humanidad. Contra el
ambiente.
Solo el
lápiz, solo él puede escribir una historia, de un planeta en donde exista
“Cultura Ecológica” donde la vida no sea el presente sino el futuro.
15/05/2013
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