domingo, 12 de mayo de 2013

DALTONISMO INTELECTUAL...


DALTONISMO INTELECTUAL...
Nuestro maravilloso cerebro tiene la capacidad de ver más allá de lo que se muestra ante nuestros ojos.
Así mismo, podemos captar mensajes de voz, cuyo significado es diametralmente opuesto a su contenido literal. Es el caso de la mentira, el cinismo, la hipocresía, la incredulidad, la duda...
En otros casos, lo que está ante nuestros ojos, lo que llega hasta nuestros oídos, es tan claro que no deja posibilidad a la duda o a significados ocultos.
Hago esta observación tratando de comprender que ocurre en el cerebro de las personas, que aun viendo, por ejemplo, el color rojo intenso de la sangre, sintiendo el calor que emana y el sonido de su recorrido cual rio en lecho empedrado,  aseguran con intensidad e incluso furia, que aquello no es sangre, que además es gris, frio, rígido... Sin duda debe ser una intensa lucha intelectual entre lo que es obvio y lo que se quiere creer, aun sin ningún asidero comprensible. Una especie de "Daltonismo intelectual"...
Todo el fenómeno Chávez, ha sido sorprendente no solo a nivel nacional si no que ha llegado a los rincones del planeta jamás soñados. Pero no me refiero solo a lo que hizo en vida, me refiero además al fenómeno “post mortem”.
No hace falta que describa lo que sucede en el país, no es necesario que narre las lágrimas, los gritos de dolor, las promesas de cumplir sus sueños, no es necesario decir que 8 millones de personas llorando son muchos litros de dolor…
Idolatría, fanatismo, estupidez, ignorancia… esos son los adjetivos que estas personas, al parecer infectadas con lo que se me ha ocurrido denominar “Daltonismo intelectual”, utilizan para descalificar lo que evidentemente es indescalificable…
No se trata de idolatría, fanatismo, estupidez o ignorancia, se trata de ADMIRACION…  es tan difícil de comprender?
¿Quiénes fueron Bolívar, Lincoln, Mahoma, Buda, Mandela, Zapata, Chávez?… Seres superdotados, cerebros privilegiados, extraterrestres, dioses?... No, o al menos no del todo. Fueron mortales, seres humanos más o menos como tú o como yo.
Siendo así, ¿Cómo se justifica que más de 20 países (incluso detractores) estén de luto por la muerte de un hombre? Que mujeres, hombres, adolescentes, niños y ancianos de diferentes creencias religiosas, niveles sociales y culturales en múltiples rincones del mundo, pero muy en especial en Venezuela, lloran a este hombre con más intensidad y dolor incluso que ante la muerte de un padre o un hijo? Pues la admiración intensa que sentimos hacia esa persona. Pero…  ¿Por qué?
¿Porqué millones de personas son capaces de seguir, incluso de dar sus vidas por alguien que a la final es igual a ellos? Pues precisamente por eso, porque son iguales a nosotros, porque desean lo que deseamos, sueñan lo que soñamos, quieren lo que queremos. Aspiraciones básicas como la justicia, la igualdad, la paz, el alimento, el amor… Estos deseos nada tienen que ver con el nivel cultural, tendencia religiosa, capacidad física o intelectual. Son necesidades tan básicas y necesarias como el agua y el oxígeno.
Estos líderes, dioses, caudillos, o como se les quiera llamar según el ángulo de cada ser, no son mas que el reflejo de nosotros. Ese yo que queremos ser, pero con una sola diferencia que es la razón de esa particularidad que nos produce tanta admiración: EL VALOR.
Si, el valor para decirlo, para gritarlo, para exigirlo e incluso para imponerlo. Ese valor que cada uno de nosotros esconde tras la comodidad menos arriesgada del silencio…
Paradójicamente, ese sentimiento de admiración que llega a niveles casi de idolatría en muchos, produce en otros tantos el odio, sustentado por la envidia ante lo que no somos capaces de hacer en algunos casos y en otros al considerar que no hemos sido beneficiados o al menos no al nivel que aspiramos.
Pero, por más que neguemos lo evidente, nuestro cerebro entiende lo que sucede. La diferencia vuelve a ser el valor de admitirlo, dar cabida a la posibilidad de que estábamos equivocados o al menos entender las razones del prójimo.
Carlos (el pibe) Valderrama de la selección de futbol de Colombia dijo: “Viendo esa gran multitud de personas en Venezuela, me pregunto si Chávez era tan malo como nos lo mostraban aquí los medios”
Es un claro caso de un cerebro (no daltónico) que observó una realidad, analizó y concluyó que lo que le había escuchado o leído al respecto, pues era erróneo o tergiversado y por lo que expresa, comienza a reevaluar la situación. Perfectamente lógico, no?
Soy enemigo de la idolatría, pues esta lleva con facilidad al fanatismo y es fanatismo es simplemente irracional. Pero admiro a Chávez, admiro su valor cuando le gritó al mundo que los precios del combustible que afectaba a los ciudadanos del mundo, no era culpa de los productores, pues los gobiernos ganaban más en los impuestos a sus súbditos (el triple) que los productores mismos.
Admiro su valor al visitar a Hussein a pesar de la prohibición (?) del gobierno norteamericano, sus chistes, su café, sus cantos, su juego de pelota y todas esas cosas “normales” refrescantes y nuestras que le valieron el apodo de “loco”… irónico, ser normal, ser humano es ser loco…
Acertó, erró, lucho, gano, perdió, empato pero nunca se rindió.
Rindo honor a su valor.
Se idolatra a José Gregorio Hernández, por tan solo ser un médico que cumplía el juramento de Hipócrates. Se canoniza a Juan Pablo II por pasear por el mundo, a Zapata, a Bolívar, a María Lionza, al negro Felipe y tantos otros humanos admirados, se les rinde culto e idolatría como una forma de expresión de su admiración.  Los mayas al maíz, los indígenas amazónicos  a los árboles, al viento, al agua. No todos compartimos esa forma de expresar el amor, pero al menos la respetamos.
Nace el culto a Chávez, expresado de mil maneras que no compartimos, que no comprendemos, pero al menos yo, las respeto. Pero algo es seguro; esa admiración, ese respeto esa idolatría incluso, no nació de la nada.
Siempre admiraré a Chávez, no solo por lo que hizo, si no por lo que intentó hacer. Pero más allá, lo admiro por haber tenido el valor y sobre todo la tenacidad que yo no tuve para intentar cambiar las cosas. Eso lo puedo ver sin importar el color que tenga…
Angelino Santana
07/03/2013

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